Ansiedad y trastorno por estrés postraumático persistentes después de una muerte fetal

// Depresión posparto
Las tareas de cribado para la detección de las alteraciones del estado de ánimo, después de que una mujer haya pasado por una pérdida fetal, son una pieza clave para poder ayudar a estas mujeres a resolver el duelo y a prepararse para un posible nuevo embarazo.

La muerte fetal  es un fenómeno común que se da en el 25% de los embarazos y que acarrea un impacto emocional del que la mayoría de mujeres se recuperan, aunque hay algunas en las que persiste de forma significativa la sintomatología ansiosa y depresiva. De hecho, hay estudios que demuestran que las mujeres que han pasado por este tipo de sucesos también presentan síntomas compatibles con el trastorno por estrés postraumático (TEPT). Muchos de estos estudios hacen un seguimiento a estas mujeres durante un largo período de tiempo, durante el que se ha podido observar que los síntomas de TEPT, ansiedad y depresión pueden mantenerse a los nueve meses tras la pérdida.

Un estudio británico reciente reclutó a 737 mujeres procedentes de tres hospitales londinenses que habían pasado por una muerte fetal y que accedieron a participar en él. Para la evaluación de los síntomas ansiosos y depresivos se les administró la Hospital Anxiety and Depression Scale (HADS) y la Posttraumatic Stress Diagnostic Scale para los síntomas de TEPT al cabo de un, tres y nueve meses posteriores a la pérdida.

Los resultados pusieron de manifiesto que durante el primer mes posterior a la pérdida el 29% de la muestra presentó sintomatología TEPT, mientras que al noveno mes esta cifra era del 18%. La sintomatología ansiosa moderada-grave, ascendió al 24% del total de los casos durante el primer mes, mientras que a los nueve meses de seguimiento descendió hasta el 17%. En cuanto a la sintomatología depresiva moderada-grave, ésta afectó al 11% de las participantes durante el primer mes posterior a la pérdida y al 6% a los nueves meses. En comparación con las mujeres que desarrollan un embarazo sin interrupción, las que sufren una pérdida perinatal tienen el doble de probabilidades de presentar ansiedad moderada-grave y cuatro veces más de padecer depresión también moderada-grave.

Estos resultados son consistentes con la evidencia previa, por lo que muestran que aproximadamente un tercio de las mujeres que sufren una muerte fetal experimentan altos niveles de ansiedad y sintomatología propia del TEPT durante los primeros meses posteriores a la pérdida.  

Es frecuente que las mujeres que pasan por una experiencia como esta no reciban ningún seguimiento de tipo psiquiátrico o psicológico, por lo que todas estas alteraciones emocionales no solo empeoran su calidad de vida, sino que también pueden afectar los embarazos posteriores.

Estos hallazgos muestran la importancia de llevar a cabo tareas de cribado después de que una mujer haya sufrido una pérdida perinatal, no solamente para resolver las dificultades obstétricas que puede acarrear un nuevo embarazo, sino también para identificar la sintomatología emocional relevante y poder atender a esta población de manera eficaz y personalizada.  

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