Las alteraciones de la conducta alimentaria durante el período perinatal
La literatura existente, juntamente con este nuevo estudio, indican que la baja satisfacción con la imagen corporal no solamente aumenta el riesgo de desarrollar TCA en mujeres de la población general, sino que también lo hace en puérperas. Por este motivo, es imperativo desarrollar intervenciones que aborden las expectativas y actitudes negativas hacia la imagen corporal y la maternidad, del mismo modo que lo es promover un peso saludable durante el posparto.
La ausencia de satisfacción con la imagen corporal es un aspecto bastante común entre las mujeres, al mismo tiempo que es un factor de riesgo significativo para los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Es urgente abordar, pero, sobre todo, prevenir la aparición de estas alteraciones, puesto que tienen la tasa de fallecimientos más elevada que cualquier otro trastorno psiquiátrico, al mismo tiempo que pueden llegar a ser incapacitantes.
Más de un tercio de las gestantes experimentan una baja satisfacción con la autoimagen corporal, y la literatura existente indica que esta falta de satisfacción con la imagen corporal aumenta generalmente durante el posparto, especialmente en mujeres que presentan antecedentes de TCA. El embarazo, así como todos los cambios asociados (entre los que se incluye el peso y la figura), pueden desencadenar una recaída en aquellas mujeres con antecedentes de TCA.
Es más, las mujeres con insatisfacción de la imagen corporal durante el embarazo o posparto son cuatro veces más propensas a desarrollar depresión en comparación con aquellas que están satisfechas con su imagen corporal. Además, el hecho de presentar alteraciones de la conducta alimentaria en el presente o en el pasado se ha asociado con mayores tasas de depresión y ansiedad antes y después del parto, en contraste con mujeres sin antecedentes de TCA. Lo que sí está claro es que la experiencia de pasar por un TCA o presentar insatisfacción con la imagen corporal en el presente o en el pasado supone un reto para las mujeres que se encuentran en el período perinatal.
La evidencia disponible indica un aumento del riesgo de manifestar síntomas de un comportamiento alimentario alterado durante el período perinatal incluso en mujeres sin un diagnóstico de TCA, lo que indica que existen vacíos en la literatura relativa a la asociación entre los factores de riego psicológicos y los TCA en esta población. Por este motivo, un estudio reciente llevado a cabo en Australia y que incluye una muestra de 249 gestantes y puérperas sin antecedentes de TCA pretende examinar: 1) el cambio de los síntomas relativos al comportamiento alimentario alterado durante el embarazo y el posparto; 2) los factores psicosociales que durante el embarazo predicen los cambios en el comportamiento alimentario alterado durante la gestación y posparto; y 3) si el Índice de Masa Corporal (IMC) previo al embarazo y los aspectos de salud mental durante el embarazo moderan las relaciones entre los factores psicosociales y los cambios en el comportamiento alimentario alterado durante el embarazo y posparto.
Haciendo referencia a los resultados, las/os autoras/es encontraron en las gestantes y puérperas sin antecedentes de TCA la ausencia de síntomas de alteraciones de la conducta alimentaria durante el embarazo, aunque sí hallaron dichos síntomas en la transición del embarazo al período posparto. Las/os autoras/es extraen que para las mujeres que no presentan un diagnóstico de TCA el embarazo supone un período de bajo riesgo para la alteración de conductas alimentarias, mientras que el posparto se presenta como una etapa de mayor riesgo. Estos resultados sugieren que la presencia de actitudes negativas hacia el embarazo, como la baja identificación con el embarazo, la mala imagen corporal del embarazo o preocupaciones acerca de la inminente maternidad, pueden ser un factor de riesgo que incrementa la presión para realizar dietas y restringir la ingesta de alimentos durante el período posparto. Por otro lado, la autocompasión y el aumento del apoyo social pueden proporcionar cierta protección a la hora de mitigar el riesgo para la aparición de TCA.
Además, se observó que un IMC más elevado previo al embarazo modera las asociaciones entre la baja autocompasión y las dietas restrictivas durante el embarazo, así como la asociación entre actitudes desadaptativas frente a la maternidad y las dietas restrictivas durante el posparto. Las/os autoras/es sugieren que las mujeres con un mayor IMC previo al embarazo tienden a ser más autocríticas y a tener mayores expectativas negativas hacia la maternidad, del mismo modo que pueden llegar a usar la restricción alimenticia para gestionar el estrés relacionado con el embarazo y la ganancia de peso.
Estos hallazgos ponen de manifiesto que se trata de un tema complicado; tanto el sobrepeso como las dietas restrictivas y la baja satisfacción con la imagen corporal que algunas mujeres con sobrepeso experimentan, pueden ser aspectos problemáticos durante el período perinatal. Se sabe que la obesidad (IMC ≥30) se asocia con resultados maternos y neonatales adversos, del mismo modo que incrementa el riesgo de desarrollar depresión posparto. Tal y cómo las/os autoras/es del estudio concluyen, se necesita más investigación para explorar las relaciones entre el IMC, la imagen corporal y las dietas restrictivas para desarrollar intervenciones que aborden estos problemas de la forma más apropiada para las mujeres que se encuentran en el período perinatal. Se necesitan intervenciones que mejoren la satisfacción con la imagen corporal y que prevengan alteraciones del comportamiento alimentario, del mismo modo que también sirvan para promover un peso saludable durante la etapa perinatal.
Enlace utilizado para la elaboración de a noticia:
https://womensmentalhealth.org/posts/perinatal-disordered-eating/